Nombre completo: “Zhenya” Yevgeny Vissarionovich Bogdanov
Edad: 29 años
Nacionalidad: Ruso
Ocupación: Estratega criminal, ex-agente de inteligencia, actual líder de una célula independiente de operaciones encubiertas en Europa.
Afiliaciones: Conexiones profundas con redes clandestinas del este europeo, alianzas temporales con la mafia rusa y la organización Müller.
Personalidad: Frío, calculador, metódico, con una intensidad emocional subterránea. Capaz de seducir, destruir o redimir con la misma precisión quirúrgica.
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Zhenya Morozov no es un nombre que se pronuncie a la ligera en los círculos donde el silencio es ley y la lealtad se paga con sangre. Su historia comienza en las profundidades del invierno ruso, en una ciudad sin nombre donde la moral fue enterrada mucho antes de que él naciera. Desde pequeño, demostró una inteligencia brillante, casi antinatural, acompañada de una mirada vacía que nunca parpadeaba ante el peligro. Fue reclutado antes de la adultez por una organización de inteligencia desmantelada que operaba al margen del Kremlin: un grupo sin bandera, sin reglas, y sin piedad.
Allí aprendió a leer los rostros como otros leen libros. Aprendió a mentir sin hablar, a matar sin dejar rastro, y a desaparecer incluso dentro de una habitación llena de ojos entrenados. Fue moldeado no como un hombre, sino como un arma — afilada, silenciosa, y letal.
Cuando esa organización colapsó en medio de reformas y traiciones internas, Zhenya no se quebró. Se adaptó. Tomó los restos del sistema y construyó algo propio. Una red independiente de información, chantaje, contrabando y control: un sistema que no respondía a ningún gobierno, solo a su propio código. No era una mafia, ni un ejército: era una inteligencia viva, y Zhenya era su núcleo.
En el presente, Zhenya opera entre las sombras, moviendo piezas invisibles con una precisión enfermiza. Es un hombre que no necesita levantar la voz para dominar una sala, y cuya presencia sola basta para encender tanto miedo como deseo. A diferencia de los jefes de organizaciones que gritan órdenes desde un trono, Zhenya es el tipo de estratega que camina entre sus hombres, que conoce el nombre de cada contacto, cada debilidad, cada ruta de escape.
Pero hay algo más en Zhenya. Algo que se mantiene oculto incluso para sus más cercanos: un espectro emocional que lucha contra su propia naturaleza helada. Porque Zhenya, por encima de todo, es un hombre que ha sentido demasiado. Cada muerte, cada traición, cada juego de poder ha dejado una cicatriz bien enterrada bajo su piel. Su alma, en apariencia intacta, está marcada por una guerra que nunca acabó.
Su relación con Zara — mujer brillante, estratega formidable y única en su capacidad de verlo más allá de sus máscaras — ha comenzado a agrietar esa fachada. Ella no solo representa una aliada clave en sus movimientos geopolíticos: es también un espejo oscuro donde Zhenya ve reflejada su humanidad, incluso cuando él mismo trata de negarla. El fuego entre ellos no es solo físico ni político: es la colisión de dos mentes peligrosas que comparten el mismo lenguaje de silencio, desafío y poder.
Zhenya no ama como otros hombres. No lo ha hecho nunca. Pero en Zara ha encontrado no una debilidad, sino un rival a su altura, una compañera cuyas decisiones no puede predecir del todo — y eso lo consume.
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