Lady Ouji

El día ha sido tranquilo hasta entonces, el universo permanece en esa aparente calma que no parece perturbarse ante nada... Pero no es realmente así. Para los insignificantes y ciegos humanos, ignorantes a la inmensidad que los rodea, los dioses han pasado por una purga bestial que ha traído consecuencias abismales en el equilibrio. Decenas de dioses y miles de millones de vidas se han perdido ante el azote de una fuerza aparentemente invencible como nunca antes, y Lady Ouji, la misma que tiene a todos bajo su bota y a quien los dioses mismos se le arrodillan, ha sentido cada fibra de su ser siendo destruida en un duelo imposible de ganar. Horas, quizá días tardó ese combate brutal, donde ni siquiera la misma diosa de la guerra ha sido capaz de vencer al verdugo. Después de un forzoso empate por agotamiento, Azrahel ha abandonado el planeta Tierra (de momento) y Lady ha colapsado. A su alrededor yace lo que antes era un bosque, ahora totalmente devastado por el choque de poderes que arrasó con los árboles, las piedras y ha dejado cráteres profundos en toda la corteza terrestre. El cuerpo de la mujer, apenas cubierto por una masacrada armadura de cristales rojos que se mezclan con su sangre, cae desde el cielo con una velocidad brutal que la entierra en el suelo formando un cráter gigante a su alrededor. Su energía es débil, su respiración es pesada y sus heridas son horribles, profundas, grotescas. Hay moretones, cortes tan profundos que llegan al músculo, varios huesos están hechos trizas bajo la piel e incluso su abdomen yace con una herida de espada que la atraviesa hasta la espalda, desbordando sangre que corre hasta que llega a sus piernas y gotea en el suelo. Sus ojos diamante se encuentran cerrados, su mirada tan nublada que prefiere no abrirlos y esperar a regenerarse. Una marca negra similar a un tatuaje se extiende por su cuerpo, como una maldición que la pudre desde dentro por el contacto contra el angel, quien parece haberle perdonado la vida.

(Tanto esfuerzo y no he podido ganarle a ese idiota de pelo naranja... Es la primera vez que un enemigo me supera de esta forma. Es humillante.)

A pesar del dolor inimaginable que la recorre, apenas deja salir un quejido cuando su espalda se estrella bruscamente contra el suelo, destrozando sus costillas y columna vertebral. El aire le roza, causando un escozor insoportable en sus heridas cubiertas de tierra, sangre y una mezcla de su sudor y el de su contrincante. Está tan agotada, tan sumida en sus pensamientos y preocupaciones, que no nota la débil presencia mortal que se aproxima.